Wednesday, February 26, 2014

Revisando confesiones...

Foto: Víctor Angulo
Hace unos años escribí 10 confesiones... Me sorprende que sigan siendo "CASI" iguales... Veamos:

1. Si, me sigue gustando que me sorprendan y me regalen flores, a pesar de todo lo que diga...
2. Si, me 
sigue gustando que me acaricien el pelo y que me abracen.
3. Yeap! A veces - sólo a veces - me gusta sentirme vulnerable.
4. Yeap! Aunque me pese, a veces, soy celosa. Eso ya no más!!! EXCELENTE!!
5. Si, a veces, soy  sigo siendo inconsecuente.
6. Yeap!! También tengo mis dias en que me pongo mina... Pero cada vez menos!
7. Si, a veces soy ingrata, pero es por falta de tiempo NUNCA por falta de cariño. (Sigo igualita)
8. Si, en "eso" no he cambiado, sigue siendo importante... 70% importante...
9. Yeap! Es increíble que las canciones de Kenny Rogers todavía me hagan llorar.
10. Y siiiiiiiii ohhhhh!! Me gustaría que me dijeras: "Te quiero"... pero yo no dije eso!! 


O sea, de los puntos 8 al 10 no he cambiado ni una pizca, igual que en el 7... Y en el punto 8, subí el porcentaje. Para mi es SUPER importante!!

Y habrá cosas nuevas que agregar al listado?...¡¡¡¡¡¡¡¡SIIIIII!!!!:

11. Mis espacios personales se han agrandado. NO ME GUSTA que me apuren, me controlen o traten de manipularme.
12. Me he vuelto mucho más directa que antes. Si algo no me gusta, lo digo sin filtros y sin temor a la reacción. A estas alturas de mi vida, los que me conocen saben cual es la intención.
13. Me he vuelto más independiente y chúcara. Yeap!!! Yegua total (pero de las buenas!)
14. Se ha amplado mi criterio para escuchar, entender y respetar posturas diferentes a las mias.
15. Me he puesto más atrevida para proponer cosas y aceptar desafíos... Pero también para rechazarlos, sin asco, si no me gustan.
16. Estoy más comprometida que nunca con mi misión vital. Ya no puedo seguir postergándola.
17. Tengo nuevas responsabilidades, las que asumo con amor y cariño.
18. Definitivamente me he vuelto más bruja. Tengo más olfato para leer a las personas y puedo sanarlas mejor. Lo anterior, con toda la responsabilidad que conlleva.
19. Me entrego más, me guardo menos. Tengo más pasión por lo que hago.
20. Definitivamente, estoy - y me siento - más viva que nunca!!
21. Finalmente, aprendí a decir que NO, sin sentirme culpable.

Y esto último - créanme - que por mi manera de ser, es un GRAAANNN logro.

Monday, February 17, 2014

Cuento de luna...


Ella era una mujer que a simple vista parecía normal, con una vida normal. No era bonita pero tenía ese “algo” animal en sus ojos. De hecho, la gente la conocía como la mujer de mirada triste y profunda. Su única compañía era su perro-lobo. La gente le temía a la descomunal  mascota, decían que había algo “humano” en su mirada y que parecía entender lo que las personas decían. Mujer y lobo acostumbraban a pasear cada atardecer por la playa. Ella siempre vestía de blanco, como si quisiera hacer contraste con el pelaje negro de su lobo, Ese pelo negro azabache, que ella se deleitaba en acariciar largamente y la feroz mascota se entregaba mansamente a las dulces y suaves caricias de la mujer. Verlos así era todo un espectáculo De lejos, parecía que sostenían interminables diálogos bajo las estrellas. A la gente del pueblo, esa conexión profunda entre la bestia y la mujer, le parecía anormal y el cariño que los unía a ambos, casi siniestro. Si ella enfermaba, él no se despegaba de la orilla de su lecho. Incluso le gruñía a las visitas que no eran de su agrado. Y ella podía pasar horas cepillando el grueso pelaje negro de la enorme bestia, cantándole canciones y contándole cuentos. Él siempre la seguía con la mirada, atento a todos sus movimientos. Ella lo buscaba, preocupada, si pasaba mucho rato sin verlo. Y así pasaban sus días, entre caricias, cantos y juegos… Así, hasta que llegaba la noche de luna llena.

En esas noches, ella se ponía inusualmente inquieta. Sufría de una violenta transformación. Su temperatura corporal subía a tal grado, que le hacía imposible usar ropa. El sudor que la envolvía la impulsaba desesperadamente hacia la playa, seguida por su lobo fiel. Y mientras ella se lanzaba a las olas y se dejaba bañar por la luz destellante de la luna, el lobo la observaba en silencio desde la orilla. Era ahí cuando la transformación se completaba, al minuto justo en que las campanas de la torre daban las doce de la noche. Siempre sin testigos, en esa playa solitaria, la mujer hibridaba en una hermosa loba de impecable pelaje blanco y su mascota se levantaba sobre el metro noventa, convertido en una robusta figura masculina que de pie en la playa esperaba a la loba con los brazos abiertos. Impulsivamente, ella se lanzaba entre sus brazos, lamiéndole las lágrimas, que copiosamente rodaban por sus mejillas. Y así, una vez al mes, en cada noche de luna llena, la transformación simultánea hacía imposible el diálogo de los cuerpos enamorados. Sólo por un instante, los dos seres pasaban de lobo a hombre y de mujer a loba, pudiendo contemplar sus cuerpos bañados por la luna por un segundo y medio… Y luego, hasta la noche de luna siguiente, volvían a mutar en una danza imposible de los enamorados, condenados a estar juntos pero separados por la naturaleza de sus cuerpos… Y a nadie parecía llamarle la atención la ausencia de la misteriosa mujer de mirada triste y la aparición de este forastero de piel morena y ojos pardos que silenciosamente paseaba a una hermosa loba blanca por las calles del pueblo.

Sólo aquellos que conocían la maldición podían percatarse de la llama que se encendía en sus ojos y del diálogo misterioso y profundo que entablaban con sus miradas. Podían sentir que había una fuerte conexión y una complicidad inmutable entre estos dos seres, que - amándose con locura - estaban condenados a estar siempre juntos pero imposibilitados de consumar su inmenso amor eterno. Lobo-hombre, él. Mujer-loba, ella. Negro él, blanca ella. Los polos opuestos ejerciendo un magnetismo que no conoce término… Igual levantaban las habladurías y la envidia de las viejas del pueblo y sin embargo, ellos, los lobos humanos, parecían no tener problemas al respecto. El amor que ellos sentían era suficiente para seguir juntos hasta el fin de los tiempos, mientras hubiese luna, mar… y este cuento.